345 euros al mes, se ausentaba para acudir a la peluquería en horario laboral. El caso reabre la conversación sobre la frontera entre la flexibilidad y el abuso, y muestra cómo la vigilancia en el trabajo ha cambiado en silencio.
La mañana arrancaba con el runrún de los carros de monedas y el saludo casi coreografiado del personal. Un cliente pedía una moratoria, otro preguntaba por una hipoteca mixta, y el reloj de la pared parecía marcar no la hora, sino la presión. Dicen que la directora salía con el abrigo al brazo, móvil en modo silencio, rumbo a una peluquería del barrio mientras en la mesa quedaban expedientes a medio cerrar. La historia empezó como un rumor y terminó en un despido fulminante. Una frase quedó flotando en el pasillo: “¿De verdad?”.
La historia que sacude una oficina bancaria
La entidad formalizó el cese con un motivo muy concreto: ausencias reiteradas en plena jornada para acudir a la peluquería, un patrón que, según el expediente interno, se repitió lo suficiente como para activar alarmas. La cifra del sueldo —7.345 euros al mes— ha encendido aún más los comentarios. **El banco actuó cuando los números no cuadraban.** En una oficina, las pequeñas rutinas son señales: la silla vacía, las llamadas desviadas, la firma pendiente. Y cuando esas señales coinciden con tickets, horarios y ubicaciones, el relato toma cuerpo.
Un ejemplo basta para entender el choque. A media mañana, en días de máxima afluencia, constaban salidas de la directora que no estaban relacionadas con visitas comerciales, según la documentación revisada. Algunos compañeros cubrían el mostrador, otros pedían cita a los clientes para la tarde. El ambiente, cuentan, se volvía áspero sin necesidad de palabras. *En las oficinas, los silencios dicen más que los correos.* Aquellas ausencias, registradas con precisión, acabaron ordenando una narrativa: tiempo pagado para el cliente, tiempo usado en otra cosa.
¿Por qué eso desemboca en un despido? En banca, el control del tiempo no es un capricho: hay objetivos, cumplimiento de normativas, auditorías y un registro de jornada que ya forma parte del paisaje desde la obligación legal de fichar. Juristas consultados resumen la base jurídica con un término conocido: transgresión de la buena fe contractual, la que sustenta la confianza entre empresa y trabajador. **La confianza es frágil cuando se mide al minuto.** No es una guerra contra las citas personales, sino contra el hábito de camuflarlas en la franja en la que la oficina necesita manos, ojos y criterio.
Lecciones prácticas para no cruzar la línea
Hay un método sencillo, casi de manual, que evita líos y malos entendidos. Si necesitas salir, regístralo en el sistema de fichaje, detalla la franja y deja constancia por escrito de qué queda delegado y en quién. Agenda visible para el equipo, tareas con hora de entrega, y una nota en la bandeja compartida. Si toca peluquería, médico o papeleo, que sea a primera hora, a última o en la pausa legal. **El debate no es la peluquería: es el uso del tiempo pagado.** Esta coreografía mínima protege a ambos lados.
Todos hemos vivido ese momento en el que la vida personal se cuela en la agenda con el tacto de un elefante. Ahí nacen los errores frecuentes: pensar “son diez minutos”, mezclar citas privadas con visitas comerciales, no avisar por vergüenza, o devolver llamadas cuando ya es tarde y el cliente está frío. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Decirlo a tiempo y por escrito quita hierro, evita sospechas y corta el rumor antes de que se convierta en etiqueta. Un gesto a tiempo vale más que un correo defensivo después.
Los expertos en laboral son claros con el mensaje de fondo.
“La flexibilidad no es barra libre: exige trazabilidad. Si hay registro, hay confianza; si hay lagunas, llega el conflicto”
Lo demás son atajos. Para que no te pille el toro, piensa en este pequeño encuadre operativo:
- Registra cada salida no comercial y deja un sustituto asignado.
- Usa la pausa legal o pacta una recuperación de tiempo por escrito.
- Evita encadenar ausencias en horas pico de atención.
- Documenta visitas externas reales con lugar, hora y objetivo.
Más allá del titular: control, confianza y reputación
Esta historia no va de un peinado, va del contrato social dentro de un banco de barrio. Una directora con 7.345 euros mensuales y un equipo que sostiene la ventanilla mientras el vecindario entra y sale. La pregunta, incómoda y útil, es cómo combinar flexibilidad real con un servicio que no admite vacíos. El trabajo híbrido nos ha dado una palabra peligrosa: “luego”. Las auditorías han dado otra: “registro”. Entre ambas se dibuja el límite. Lo que decide el futuro de casos así será la cultura: equipos que hablen claro, jefes que den ejemplo y políticas que no dependan de la buena memoria. Y algo más sencillo, casi doméstico: cuidar la reputación como si fuera la caja fuerte. La confianza tarda años en llenarse y minutos en vaciarse. La peluquería solo es la anécdota que lo hizo visible.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| El motivo del despido | Ausencias reiteradas en horario laboral para acudir a la peluquería, documentadas en el expediente | Entender qué conductas cruzan la línea y cómo se prueban |
| Contexto jurídico | Transgresión de la buena fe contractual y registro de jornada como prueba | Saber qué dice la ley y cómo protegerse ante un conflicto |
| Lecciones prácticas | Registrar salidas, delegar tareas, evitar horas pico, transparencia interna | Aplicar hábitos que evitan sanciones y rumores en el día a día |
FAQ :
- ¿Por qué la despidieron?Por ausencias reiteradas en horario laboral para actividades personales, según el expediente, incompatibles con su responsabilidad y retribución.
- ¿Es legal despedir por ir a la peluquería?Sí, si se acredita que ocurrió en jornada, sin autorización y con impacto en el servicio, encaja en la transgresión de la buena fe.
- ¿Influye el salario de 7.345 euros al mes?No por sí mismo, pero contextualiza el nivel de responsabilidad y expectativas sobre disponibilidad y ejemplo.
- ¿Cómo deben documentarse las salidas?Mediante el registro de jornada, avisos escritos, agenda compartida y, si aplica, justificante o reprogramación del tiempo.
- ¿Qué puede hacer un empleado ante vigilancia excesiva?Revisar el protocolo interno, pedir por escrito los criterios de control y, si hay dudas, acudir a representación sindical o asesoría laboral.






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