Despertarse cansado se ha vuelto casi un hábito nacional. En consulta, el doctor Alexandre Olmos lo ve cada día: padres que no rinden, jóvenes con ansiedad discreta, trabajadores que encadenan cafés. Su mensaje es directo, casi desafiante: un mes con magnesio puede cambiar la manera en que empiezas el día y cómo respondes por dentro a lo que te pasa.
Una profesora hojeaba un cuaderno con ojeras claras. Un repartidor se frotaba las manos como quien intenta entrar en calor, pero era agosto. Cuando el doctor Alexandre Olmos abrió la puerta, sonrió sin etiqueta, como si los conociera de antes. Dijo algo sencillo: “Vamos a probar con magnesio, pero de verdad”. Nadie levantó la ceja. Él habló de sueño más profundo, de nervios menos encendidos y de mañanas con ánimo distinto, no épico, solo más claro. Una mujer apuntó “citrato”. Otro preguntó si el chocolate valía. Él rió. Luego, la frase que quedó flotando: “En un mes te levantas con más energía y más equilibrio emocional”. No era humo.
Magnesio: el mineral que baja el volumen del ruido interno
La idea no es nueva, pero a veces la olvidamos: el magnesio es la chispa silenciosa de cientos de reacciones en el cuerpo. Olmos lo explica con calma, como si ordenara un cajón lleno de cables. Sin suficiente magnesio, la maquinaria va, sí, pero forzada, a tirones. El resultado se nota en lo pequeño: te irrita el tráfico, te cuesta dormir, la mente corre cuando el cuerpo pide freno.
Un ejemplo real: Ana, 38, dos hijos, marketing. Llegó con cansancio blando y microdespertares. No quería otra pastilla rara. Empezó con magnesio glicinato por la noche, 200 mg de elemental, y comida con hojas verdes y frutos secos. A las dos semanas, menos calambres y ese “click” de quedarse dormida sin pelear. A los 28 días, dijo algo simple que pesa: “Me levanté y no odié la alarma”. Nada heroico, pero sí distinto.
La explicación es bastante terrenal. El magnesio ayuda a fabricar y usar ATP, esa moneda de energía que no se ve, pero paga todo. También modula el sistema nervioso, favorece el GABA, y arrulla el músculo para que no esté en guardia toda la noche. Hay otro matiz: amortigua respuestas al estrés, baja un poco el volumen del cortisol cuando toca. No es café; es orden.
Del dicho al vaso: cómo probarlo sin liarte
El método de Olmos es sencillo y medible. Empieza por la despensa: espinacas, acelga, almendras, anacardos, cacao puro, aguacate, legumbres y agua mineral con buen contenido de magnesio. Si la base tiembla, el suplemento solo parchea. Luego, prueba 200–300 mg de magnesio elemental al día, preferiblemente en forma de citrato o glicinato por la noche. Dos semanas, anota sueño y energía. Ajusta 50 mg arriba o abajo con el cuerpo como guía.
Errores que ve cada semana: confiar en óxido de magnesio y rendirse por el efecto laxante, subir de golpe a 400–600 mg sin necesidad, tomarlo con el café y culpar al suplemento si el sueño no cambia. También olvidar la hidratación y el potasio de la dieta. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Aun así, una rutina simple gana: cena suave, magnesio, luz baja, móvil fuera de la cama. La constancia pesa menos que la voluntad.
Olmos lo sintetiza sin fanfarria.
“En un mes te levantas con más energía y más equilibrio emocional. No es magia, es fisiología con paciencia.” — Dr. Alexandre Olmos
Añade dos notas que no suenan a eslogan: combina bien con vitamina B6 si te cuesta relajarte y el treonato puede ayudar a quienes buscan foco mental fino. Para no perderte, guarda este mini mapa:
- Formas útiles: citrato/glicinato (descanso y tolerancia), malato (energía), treonato (atención).
- Dosis habitual: 200–350 mg de magnesio elemental/día.
- Momento: tarde-noche, o dividido si hay sensibilidad digestiva.
- Alimentos: hojas verdes, frutos secos, cacao, legumbres, aguacate, agua dura.
- Señales a vigilar: sueño más continuo, menos irritabilidad, menos calambres.
Cuatro semanas después: lo que cambia por dentro se nota por fuera
Hay un gesto que delata el cambio: la cara al salir de la ducha, sin prisa. No hablamos de euforia, sino de estabilidad. Todos hemos vivido ese momento en que el día empieza con un peso que no sabemos nombrar. El magnesio no arregla la vida, pero ayuda a que la mente no se ahogue en un vaso ya lleno. *No hace falta ser perfecto para notar la diferencia.*
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Formas y dosis efectivas | Citrato/glicinato 200–350 mg/día; malato si buscas energía; treonato para foco | Elegir sin perder dinero ni paciencia |
| Señales de mejora | Sueño más continuo, menos calambres, ansiedad más baja, mañanas más claras | Medir el progreso sin apps ni complicaciones |
| Precauciones | Evitar megadosis, vigilar tolerancia digestiva, consultar si hay enfermedad renal o fármacos | Probar con seguridad y criterio |
FAQ :
- ¿Cuánto tarda en notarse?Muchas personas perciben cambios entre 10 y 14 días; a los 30 días el patrón de sueño y el ánimo suelen estabilizarse.
- ¿Qué forma va mejor para dormir y bajar ansiedad?Glicinato o citrato por su buena tolerancia y efecto relajante; treonato si además buscas claridad mental suave.
- ¿Puedo tomarlo si estoy embarazada o lactando?Consulta con tu médico o matrona para ajustar dosis y evitar interacciones; la necesidad puede cambiar en estas etapas.
- ¿Cómo sé si me falta magnesio?Cansancio persistente, calambres, párpados que “tiemblan”, irritabilidad, sueño fragmentado y antojo de chocolate pueden apuntarlo.
- ¿Con qué no debería combinarlo?Deja separación si tomas antibióticos o ciertos fármacos tiroideos; evita juntarlo con café y alcohol en la noche para no arruinar el sueño.






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