La idea suena lógica, casi cómoda: la casa nunca se enfría del todo y la caldera “sufre” menos. Los expertos que consultamos han sido claros y, sí, un poco contraintuitivos. Mantenerla siempre encendida no es la jugada maestra que parece.
La primera vez que lo oí fue en el portal de un edificio de barrio, con el vaho todavía en la bufanda y el ascensor tardando una eternidad. Una vecina, bolsas de la compra en la mano, decía: “Yo la dejo bajita todo el día y así no gasta cuando llego”. Alguien asentía, otro dudaba, y yo pensaba en la factura que llega como un sobre marrón al que nadie quiere mirar. Días después, varios técnicos y divulgadores energéticos nos contaron lo mismo con otra música. Y una cifra silenciosa empezó a pesar más que el mito.
¿Poner la caldera al mínimo todo el día? El mito que se resiste
La idea principal es sencilla y va contra la intuición. Las pérdidas de calor no se paran nunca: cuanto más tiempo está caliente la casa y más grande es la diferencia con el exterior, más calor se escapa. Los expertos coinciden en que dejar la calefacción encendida al mínimo todo el día rara vez reduce la factura. Menos rato caliente, menos horas perdiendo calor. Parece casi obvio cuando te lo explican delante de una ventana con marco de aluminio.
Marta vive en un piso de 80 m², con caldera de condensación y ventanas antiguas. Probó dos semanas con la calefacción “bajita” todo el día, a 18 °C, y otras dos con encendidos programados de 6:30 a 8:00 y de 18:00 a 22:30 a 20 °C. Con el mismo tiempo exterior, el contador marcó alrededor de un 12% menos de consumo en el segundo escenario. No es ciencia definitiva, es vida cotidiana medible. Y el termómetro del salón dejó de estar permanentemente templado a costa del gas.
La física es tozuda. Las pérdidas siguen una regla clara: más temperatura dentro, más calor “fuga” hacia fuera en función del tiempo. Cuando la calefacción está siempre en marcha, mantienes esa “fuga” activa durante muchas horas. Un arranque puntual para subir de 16–17 °C a 20 °C no compensa tantas horas de pérdidas constantes. El gas más barato es el que no se quema. Esa frase se vuelve real cuando ves el gráfico de consumo por horas.
Cómo calentar sin tirar el dinero
Plan maestro, pero simple: programar y zonificar. Un termostato programable que eleve la temperatura solo cuando estás y la reduzca en ausencias y noches. Objetivo típico: 19–21 °C en uso diurno y 16–17 °C al dormir o si no hay nadie. Si tienes válvulas termostáticas en radiadores, deja los dormitorios más frescos y el salón a la carta. Las calderas modulan mejor con demandas claras que con un “hilo” permanente.
Errores de todos los inviernos: calentar con ventanas abiertas “para ventilar largo”, cerrar radiadores en exceso hasta forzar la caldera, o subir el termostato a 24 °C “para que arranque más rápido”. Seamos honestos: nadie se pasa cada mañana revisando persianas, burletes y purga de radiadores con precisión suiza. Aun así, pequeños gestos diarios suman mucho. Diez minutos de ventilación a tope con puertas cerradas pierden menos calor que una hora a la rendija.
Una regla de oro que repiten agencias y técnicos: bajar 1 °C el setpoint puede ahorrar alrededor de un 7% de energía anual. No es magia, es el gradiente térmico.
“La calefacción no es un interruptor emocional, es una máquina que responde a la física. Programa, aísla lo que puedas y deja de pelearte con el termostato”, nos dijo un ingeniero de instalaciones con dos décadas viendo calderas encender y parar.
- Programa horarios: presencia sí, ausencia y noches a 16–17 °C.
- Zonas: salón confortable, pasillos y dormitorios más frescos.
- Aislamiento exprés: burletes, cortinas gruesas, alfombras.
- Radiadores: sangrado al inicio de temporada y no taparlos con muebles.
- Caldera: modo calefacción con curva suave y mantenimiento al día.
El giro mental que más ahorra
Hay un cambio silencioso que lo desbloquea todo: dejar de pelear por “la sensación” y pensar en horas y grados. Tu casa no necesita estar siempre templada; necesita estarlo cuando la usas. Ese gesto de apagar o bajar no es renuncia, es estrategia. Y cuando la semana aprieta, programar una hora antes de llegar a casa vale más que cualquier truco de pasillo.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Evitar la calefacción “al mínimo” todo el día | Reduce las horas de pérdidas de calor y el consumo asociado | Impacto directo en la factura sin perder confort real |
| Programar y zonificar | Horarios y temperaturas distintas por estancias y momentos | La casa está caliente cuando hace falta, fría cuando no |
| Aislamiento exprés | Burletes, cortinas, persianas y purga de radiadores | Pequeñas acciones con resultados en días, no en años |
FAQ :
- ¿Es mejor apagar del todo si salgo varias horas?Si te vas 6–8 horas, sí: baja a 16–17 °C o apaga según tu vivienda. En salidas muy cortas, un setback de 2–3 °C suele funcionar bien.
- ¿A qué temperatura poner el termostato de día?Entre 19 y 21 °C para la mayoría. Cada grado extra dispara pérdidas y gasto sin mejorar tanto el bienestar.
- ¿Y si tengo suelo radiante?Responde más lento y trabaja a baja temperatura, ideal para programación estable. Mantén bandas horarias y usa setpoints moderados.
- ¿Las calderas de condensación no son más eficientes “bajitas”?Rinden mejor con retornos fríos, sí, pero no compensa tenerla todo el día encendida. Programar horarios y zonas gana en casi todos los casos.
- ¿Cerrar radiadores ahorra mucho?Ayuda a zonificar, pero no bloquees el retorno general ni tapes emisores. Mejor válvulas termostáticas y equilibrio hidráulico básico.







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